Recordando a Melinda
Melinda d' Eliassy ante un retrato de Coco Chanel
5/06/2007.- El domingo almorcé en casa de Clara María González de Amezúa, en Puerta de Hierro. Es una de la últimas diseñadas por Luís "Pichichi" Gutiérrez Soto, el gran arquitecto de posguerra, y el que más edificios tiene reseñados en las guías de Madrid. Es donde vivieron Tom Cruise y Nicole Kidman durante su estancia en nuestra capital, cuando la australiana rodaba "Los otros" a las órdenes de Alejando Amenábar.
Estaba Polly Deleitosa, y mientras comíamos un delicioso "cocq au vin" recordamos a la que fue por un tiempo su cuñada, la desaparecida Melinda dŽEliassy, que vuelve a ser noticia dado que la prensa internacional nos recuerda que fue por un tiempo la madrastra de Nicolas Sarkozy.
Melinda, a la que Point de Vue llama con cierta exageración "una princesa húngara", fue la segunda mujer de Paul Sarkozy, el seductor padre del flamante presidente de la República Francesa, con el que no tendría descendencia. Más tarde, él contraería matrimonio con otra aristócrata, francesa esta vez, una Ganay, con la que tendría dos hijos, y Melinda lo haría con Alfonso Calparsoro, padre de su hija Ilona. El último marido de Melinda fue Luis Rúspoli, conde de Boadilla del Monte.
Melinda, a la que todos asociamos automáticamente con Chanel, "maison de luxe" cuyas relaciones externas en España manejó con autoridad, era una excelente amiga. Hay personas como Jean-Louis Mathieu que confiesan que no se han repuesto aún de su muerte tan prematura e inesperada, hace tres años. Fue justamente Melinda quien me presentó a Jean-Louis después de que le dijese que me había topado con su nombre en una biografía bastante mala de Louise de Vilmorin escrita por Jean Bothorel.
Melinda solía contar la siguiente anécdota: Años después de haberse divorciado de Paul Sarkozy, se encontró con él en una gala en Marbella y no la reconoció. Seductor hasta el final, la invitó a bailar e intentó conquistarla. Melinda le siguió la corriente un buen rato hasta que, muerta de risa, le explicó quién era: la segunda de sus tres mujeres.
Melinda d' Eliassy ante un retrato de Coco Chanel
5/06/2007.- El domingo almorcé en casa de Clara María González de Amezúa, en Puerta de Hierro. Es una de la últimas diseñadas por Luís "Pichichi" Gutiérrez Soto, el gran arquitecto de posguerra, y el que más edificios tiene reseñados en las guías de Madrid. Es donde vivieron Tom Cruise y Nicole Kidman durante su estancia en nuestra capital, cuando la australiana rodaba "Los otros" a las órdenes de Alejando Amenábar.
Estaba Polly Deleitosa, y mientras comíamos un delicioso "cocq au vin" recordamos a la que fue por un tiempo su cuñada, la desaparecida Melinda dŽEliassy, que vuelve a ser noticia dado que la prensa internacional nos recuerda que fue por un tiempo la madrastra de Nicolas Sarkozy.
Melinda, a la que Point de Vue llama con cierta exageración "una princesa húngara", fue la segunda mujer de Paul Sarkozy, el seductor padre del flamante presidente de la República Francesa, con el que no tendría descendencia. Más tarde, él contraería matrimonio con otra aristócrata, francesa esta vez, una Ganay, con la que tendría dos hijos, y Melinda lo haría con Alfonso Calparsoro, padre de su hija Ilona. El último marido de Melinda fue Luis Rúspoli, conde de Boadilla del Monte.
Melinda, a la que todos asociamos automáticamente con Chanel, "maison de luxe" cuyas relaciones externas en España manejó con autoridad, era una excelente amiga. Hay personas como Jean-Louis Mathieu que confiesan que no se han repuesto aún de su muerte tan prematura e inesperada, hace tres años. Fue justamente Melinda quien me presentó a Jean-Louis después de que le dijese que me había topado con su nombre en una biografía bastante mala de Louise de Vilmorin escrita por Jean Bothorel.
Melinda solía contar la siguiente anécdota: Años después de haberse divorciado de Paul Sarkozy, se encontró con él en una gala en Marbella y no la reconoció. Seductor hasta el final, la invitó a bailar e intentó conquistarla. Melinda le siguió la corriente un buen rato hasta que, muerta de risa, le explicó quién era: la segunda de sus tres mujeres.
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